miércoles, 29 de junio de 2011

ALONSO DEL CAÑO
(1580 -1643)


Escritor jesuita.

Quizás sean los Caño una de las familias que más han brillado en el panorama andujareño, especialmente en nuestra Edad de Oro. Nos ocupamos en este caso de un jesuita, que tomó el camino marcado por San Ignacio de Loyola en 1606. Había nacido en 1580 en Andújar, fruto del matrimonio formado por don Francisco del Caño y doña Isabel Notario. Es, por tanto, sobrino nieto del sabio profesor Juan del Caño, y sobrino del obispo Terrones, y de fray Juan, fray Jerónimo y fray Mauro, que tuvo, junto a Francisco Terrones, un papel destacado en la traída de la reliquia de San Eufrasio a Andújar. Don Juan del Caño -el descubridor de la relación habida entre Andújar e Iliturgi, y por ende, entre aquella y el santo de Samos- fue hermano de Ana del Caño, casada con Lorenzo Terrones y padres de los Terrones antes citados, más otros ocho hijos, de los que habría que destacar a Lorenzo de Terrones y Robles, oídor de Santa Fe en el Nuevo Reino de Granada y presidente de Alcaldes de Méjico. Pero aquí no se acaba la nómina de personalidades, pues nuestro biografiado es hermano del venerable franciscano fray Juan de San Antonio y primo del historiador Terrones Robles. 

(De historiaestepa.blogspot.com)

 Siguiendo la estela de sus compañeros de Orden, fray Alonso del Caño fue hombre muy versado en filosofía y teología, tras una formación intensa, primero en Baeza y luego en Salamanca. Allí lo encontramos dentro de la nómina de teólogos del Colegio mayor de Santiago el Zebedeo (1604-1606), desempeñando igualmente la cátedra de Artes en el curso 1604-1605. Tras su ordenación ocupó varias cátedras de filosofía, teología y artes en los colegios de Burgos, Villagarcía y Salamanca. También alcanzó a ostentar cargos directivos: fue rector de varios colegios de la Orden, y provincial de Castilla en dos ocasiones. La ilusión de tantos eclesiásticos de residir en Roma durante una época se convirtió en realidad para fray Alonso del Caño cuando fue enviado allí como procurador. A su vuelta a España obtuvo el rectorado del colegio de Salamanca, donde vivió los últimos años de su vida, falleciendo un diez de mayo de 1643.


Colegio mayor de Salamanca
(es.wikipedia.org)


Todos estos datos nos lo ofrecen las páginas de añejas enciclopedias y la siempre bien informada pluma de Manuel Caballero Venzalá. El propio don Manuel señala que se conservaba en la biblioteca del colegio jesuita de Salamanca una obra del andujareño que llevaba por título Tractatus theologicus de Trinitate, Providentia et Praedestinatione, escrita en tres volúmenes. Sí que ha llegado hasta nuestros días un libro sobre reglamentación interna de los jesuitas: De la edad que se requiere por las Constituciones de la Compañía de Jesús para ser admitido en ella, y de la facultad del Sumo Pontífice para dispensar, publicada en Valladolid, en 1626, obra que es elogiada por Rezabal Ugarte, que además cita elogiosas palabras hacia el andujareño escritas por el afamado historiador jesuita Alegambe: “brilló en las sólidas virtudes, estando siempre unido a Dios mediante la oración”. Hay que mencionar también sus licencias a dos obras: los Afectos divinos con emblemas sagrados, de Pedro Salas (Valladolid, 1638); y los Commentaria allegorica et moralia... de Diego de Baeza (Valladolid, 1639).


FUENTES:

CABALLERO VENZALÁ, Manuel; Diccionario bio-bibliográfico del Santo Reino. Jaén, Diputación, 1986. Tomo II.

REZABAL UGARTE, José de; Biblioteca de los escritores que han sido individuos de los seis colegios mayores. Madrid, 1805.

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