jueves, 14 de julio de 2011



PADRE JUAN DE LA FUENTE
(1627 - 1702)


Jesuita.

Hubo tiempos en los que las armas y la cruz eran los destinos marcados para los hijos de la nobleza española. Y para quien escogiera la cruz, un futuro en la Compañía de Jesús (seguramente la orden religiosa más admirada y odiada, a partes iguales) era toda una promesa de poder, de prestigio social; aunque también de enriquecimiento intelectual y de sacrificio.

No es de extrañar que de Andújar hayan salido tantos jesuitas, sobre todo cuando, desde principios del XVII ya había interés en que la Compañía se estableciera en la ciudad (según ordenaba una cláusula del testamento de don Francisco Pérez de Vargas) llegando, por fin, los padres en 1617 o, tal vez, en fecha posterior. Y allí estarían hasta la expulsión de los miembros de la Orden, decretada por Carlos III en 1765, cuando el edificio del altozano de Santo Domingo pasara a ser colegio municipal, y posteriormente hospital.

Antigua casa de jesuitas, en Andújar.

Uno de los andujareños tentados por la Orden de San Ignacio de Loyola fue el padre Juan de la Fuente, que ingresó en la Compañía en 1641, haciendo la profesión de cuatro votos el 29 de enero de 1660, después de una intensa formación.

La docencia, tan unida a los jesuitas, ocupó los desvelos del padre de la Fuente, pero por su capacidad de gobierno, también ocupó importantes cargos. Así, después de enseñar filosofía y teología en el colegio de Córdoba, fue nombrado rector de Santiago de Baeza. Tras pasar otra temporada en Córdoba, fue rector en Osuna, Carmona y Granada. En la ciudad de la Alhambra estuvo tres años (1678-1680) de donde salió para provincial de Andalucía el 3 de abril de 1680. Cuentan las crónicas de la Orden que tras haber alcanzado puesto tan preeminente, se retiró al noviciado sevillano «viviendo con notable exemplo, como si fuera uno de los novicios».

Iglesia de la Compañía, en Córdoba (www.artencordoba.com)

Pero la Orden le volvió a necesitar para regir otro colegio: el de Córdoba. Tras esta nueva etapa, y ya cansado de tanta responsabilidad, volvió nuestro paisano a Sevilla donde murió el 29 de diciembre de 1702. Los cronistas nos siguen refiriendo que «llevaron su cuerpo a la Casa Profesa, donde fue enterrado con asistencia de todas las Religiones». Viajó dos veces a Roma: una como procurador y otra como provincial para la elección de Padre General de la Orden.

A veces, como ocurre en este caso, los apuntes biográficos son fríos y distantes: sólo nos ofrecen lo externo del personaje y nos ocultan sus motivaciones y deseos. De esta forma, el padre de la Fuente aparece como irreal y no como un hombre de carne y hueso que, sobre todo en su infancia, recorriera las mismas calles y altozanos que nuestros pies tan bien conocen. Prefiero pensar que este jesuita, como cualquiera de nosotros, anduvo presuroso por la estrechez de la calle Maestra o detuvo alguna vez su mirada en la esbeltez de la torre del reloj.


FUENTE:

OLIVARES D'ANGELO, Estanislao; Historia del Colegio de San Pablo. Granada, 1554-1765. Granada, Facultad de Teología, 1991.


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